
Este lunes trascendió que el periodista Roberto Navarro, de reconocida trayectoria en numerosas redacciones del país y fundador de "El Destape" fue agredido salvajemente en un hotel de CABA por dos personas que primero lo insultaron y luego le pegaron por la espalda, causándole un importante hematoma que ahora lo tiene internado en un hospital en recuperación.
En el trasfondo, la violencia contra el periodista tuvo un antecedente inmediato: poco antes del ataque el presidente Javier Milei, molesto con las críticas que está recibiendo su cada vez más defectuosa gestión, escribió un posteo de la red social X en el que consideraba que la gente no odia lo suficiente a los periodistas, lo que en retrospectiva es visto directamente como un llamado a la violencia hacia los comunicadores. De hecho, ya hay denuncias penales contra el mandatario por la incitación a la violencia luego del ataque.
Aunque no es la primera vez que Milei ataca a los periodistas, calificando de "ensobrados" a todos aquellos que lo critican, su accionar tuvo reacción dentro de los operadores mediáticos más cercanos al oficialismo, como el caso de Luis Majul, que en declaraciones radiales lanzó consignas dividiendo las aguas entre quienes serían periodistas críticos (oficialistas que "preguntan de buena fe" en La Nación + o TN) y los periodistas que quieren que al gobierno le vaya mal, que serían los periodistas que se presentan abiertamente críticos al gobierno, como el caso de Navarro.
La aberración de Majul reproduce una vez más el concepto de listas negras que habilitan la opinión de unos y desacreditan la de otros, reeditando una vez más la famosa "grieta" y el maniqueísmo hartante en el que ha entrado la política nacional con tanto descaro que no debiera ser tomado seriamente. Sin embargo, no todos han elegido seguir reproduciendo las divisiones y hubo numerosas expresiones de repudio a los ataques sostenidos del gobierno a los periodistas.
En Necochea la propia encargada de prensa del Municipio, Verónica Bracone, de extensa carrera en medios gráficos y digitales, se refirió a la cuestión poniendo de manifiesto algunos valores y consignas que parecen haber sido descartadas en la diaria de la pelea política permanente. En su cuenta de Facebook, Bracone public ó el siguiente texto:
Voy a dejar de lado por un momento mi lugar como funcionaria para tomar el lugar que más amo y el que me hace sentir profundamente orgullosa: el de periodista. Desde este lugar quiero expresar mi repudio y preocupación por el ataque permanente a la libertad de prensa, corazón de la democracia.
Desde el Presidente de la Nación con expresiones como "sicarios con credencial de supuestos periodistas", a las declaraciones lamentables de un concejal local que habló de periodistas ensobrados en plena sesión del Concejo Deliberante —para recular en chancletas minutos después— o sus desafortunadas palabras referidas a José Luis Cabezas, víctima de la intolerancia extrema contra el libre ejercicio del periodismo, han normalizado en algunos sectores de la sociedad el odio y la violencia contra esta noble profesión.
Hoy ser periodista y ejercer la palabra con responsabilidad es un acto de coraje. En un contexto donde los discursos de odio se han convertido en moneda corriente y donde las redes sociales son el escenario perfecto para amplificar mentiras, los verdaderos enemigos de la democracia no son quienes hacen preguntas incómodas, sino quienes construyen relatos falsos detrás del anonimato y el resentimiento.
Esos que se escudan tras un teclado y un nombre de fantasía para difamar, insultar y desinformar no representan ninguna forma de expresión legítima. Representan la cobardía más pura. Porque decir lo que se piensa sin poner la cara no es valentía: es oportunismo. Es violencia disfrazada de libertad.
Y suele pasar que los que más levantan la voz contra las llamadas “expresiones descalificadoras” son los mismos que no tienen más capital político que el escándalo, la victimización y la denuncia vacía. No construyen, no proponen, no escuchan. Solo atacan. Y cuando se les exige responsabilidad, se esconden.
Defender la libertad de expresión es defender el derecho a preguntar, a disentir, a opinar con identidad y con argumentos. No hay democracia posible si no se garantiza ese derecho, y no hay periodismo posible si se pretende silenciarlo con amenazas, burlas o discursos violentos.
Hoy más que nunca, reivindico con orgullo el rol de quienes ejercen el periodismo con pasión, con rigor y con valores. Porque ser periodista no es ser neutral: es ser honesto. Es mirar de frente. Es comprometerse con la verdad incluso cuando incomoda.
Y si eso molesta, que moleste. Porque lo contrario al periodismo no es el silencio: es la mentira. Y ante la mentira, la verdad tiene que seguir gritando.
Desde la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), su secretario general Rodolfo Aguiar sostuvo: “Este no es un hecho aislado. Hoy la violencia en la Argentina es institucional y se ejerce desde las más altas esferas del poder”. En la misma línea, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) alertó sobre el clima hostil que se fomenta desde los discursos oficiales: “Repetir insultos y agravios contra periodistas desde los discursos impulsados hasta por el propio Presidente puede generar un clima de violencia cotidiana en la sociedad que no podemos avalar”.
Desde la izquierda, el diputado Nicolás del Caño expresó la solidaridad del Frente de Izquierda y el PTS con el periodista: “Repudiamos esta cobarde agresión a Roberto Navarro”, escribió en sus redes. El medio *La Izquierda Diario* también calificó el hecho como “repudiable”.
En tanto, Carlos Maslatón, abogado y referente liberal, criticó con dureza al sector de la derecha que alimenta la intolerancia: “Tanto miedo le tiene el fascismo al periodista Roberto Navarro? Están locos, es un suicidio atacar o matar tanto periodistas como curas”, escribió, y se solidarizó con Navarro deseándole una pronta recuperación.
Desde el bloque de Unión por la Patria, el jefe de bancada en Diputados, Germán Martínez, sostuvo: “Los discursos de odio que bajan de los más alto del poder político tienen estas consecuencias. Urge que, desde Milei para abajo, terminen con las agresiones a periodistas”.
En la misma línea se pronunció Victoria Montenegro: “Hace pocos días el Presidente expresaba que la gente ‘no odia lo suficiente’ a los periodistas. Hoy Roberto Navarro terminó en el hospital tras un cobarde y violento ataque. Milei es el principal responsable del incremento de la violencia social”.
Esteban Paulón, diputado socialista, también repudió la agresión y la vinculó con el impedimento sufrido por el periodista Fabián Waldman, a quien se le negó el ingreso a Casa Rosada: “Las palabras del Presidente pesan y generan consecuencias”, advirtió.
El senador de la UCR Martín Lousteau repudió el ataque y agregó: “No podemos naturalizar que desde el poder se avalen este tipo de prácticas contra quienes piensan distinto”. Desde el gremialismo, la Confederación de Trabajadores de la Educación (CTERA) expresó su “más enérgico repudio al violento ataque”