
Un nuevo episodio de desorden y falta de respeto a la convivencia ciudadana volvió a registrarse este domingo en Necochea. Esta vez, el escenario fue el playón del Casino, donde un grupo de motociclistas irrumpió sin control en una tarde que, hasta ese momento, era de disfrute familiar. Lo que debería haber sido una jornada tranquila se convirtió en una escena de tensión, enojo y miedo.
Según relataron testigos presenciales, varias motos ingresaron al playón realizando maniobras imprudentes, aceleraciones bruscas y sin ningún tipo de consideración por las numerosas familias que se encontraban en el lugar. Niños jugando, adultos tomando mate o simplemente caminando por la zona debieron correrse apresuradamente para evitar accidentes. La sensación de peligro fue inmediata y el malestar creció a medida que los motociclistas continuaban con su actitud provocadora y temeraria.
Ante esta situación, tres hombres decidieron intervenir por su cuenta. Armados con palos, corrieron a los motociclistas e incluso lograron detener una de las motos, en un intento desesperado por frenar el descontrol. Si bien la acción fue aplaudida por algunos, también puso en evidencia un problema mayor: la falta de presencia constante de fuerzas de seguridad en espacios públicos que, por momentos, parecen tierra de nadie.
Pero el episodio no terminó allí. Minutos después, los mismos jóvenes fueron vistos sobre la avenida 2, una arteria costera muy transitada, realizando maniobras temerarias e insultando a los agentes de Tránsito que se encontraban dentro de una camioneta oficial. Las imágenes fueron registradas por vecinos y enviadas al WhatsApp de Diario Cuatro Vientos 2262-589554, evidenciando un patrón repetido: grupos que desafían la autoridad con total impunidad, muchas veces incluso filmando sus propias acciones para compartirlas en redes sociales.
Desde el área de Tránsito del municipio confirmaron que se viene trabajando de forma continua para combatir estas conductas. Se labran actas, se secuestran motos y se montan operativos diarios. Sin embargo, reconocen que hay sectores —como este del parque— donde la problemática se repite, y se requiere una acción conjunta entre el Estado, la policía, y la propia comunidad.
Vecinos del lugar, por su parte, exigen medidas más firmes: presencia policial efectiva, patrullajes constantes y una política de control que no se limite a operativos esporádicos.
Este tipo de situaciones no son nuevas, pero sí cada vez más frecuentes. La ausencia de límites claros, sumada a la falta de consecuencias inmediatas, alimenta un clima de impunidad que pone en jaque la seguridad y la tranquilidad de todos. En una ciudad que aspira a recuperar sus espacios públicos, el desafío no es sólo de las autoridades: también es de la sociedad en su conjunto. Porque la convivencia no se impone, se construye. Y para eso, hace falta compromiso.